martes, 7 de junio de 2011

Un grande de la Comunicación en Bolivia

Luis Ramiro Beltrán Salmón
ALBARO JUSTINIANO
Nació en Oruro (Bolivia) en 1930, estudió en el Colegio Alemán de su ciudad y, más tarde en La Paz, donde obtuvo el título de Bachillerato en Humanidades en 1948. A comienzos de los 50 estudió técnicas de comunicación en cine y televisión en Puerto Rico y, con posterioridad, amplió su formación en Estados Unidos.
Su actividad en los medios de comunicación comenzó muy pronto, a los doce años, sin duda bajo la influencia de sus padres, ambos periodistas. Formó parte de la redacción del diario de Oruro La Patria y, más tarde, trabajó en La Razón de La Paz. Con posterioridad, tras su estancia en Estados Unidos, fue corresponsal en Bolivia del Chicago Tribune.
También desarrolló diversas actividades cinematográficas, como su guión del documental antropológico de 30 minutos 'Vuelve Sebastiana', estrenado en 1955, sobre la cultura de los indios 'chipayas' en vías de extinción, dirigido por Jorge Ruiz (v. nota de LRB), que obtuvo cinco premios internacionales y está considerada como una de las referencias de partida del 'nuevo cine latinoamericano'.
Considerado como el pionero de la Escuela Latinoamericana de Comunicación, es premio de comunicación Marshall McLuhan.
Ha sido presidente de la Comisión Nacional Electoral de Bolivia (2000-2002) y actualmente es defensor del lector del grupo de prensa Líder, editor, entre otros, de El Deber de Santa Cruz de la Sierra.
Su pensamiento y actividades científicas fueron…
Entre 1954 y 1964 trabaja en diversas naciones de América Latina en proyectos de comunicación en los sectores de la agricultura y la ganadería, a partir de planteamientos que terminarían definiéndose, en términos teóricos, como 'comunicación para el desarrollo'. Beltrán se afianza en sus planteamientos especialmente después de que pasar cinco años en los Estados Unidos, donde se doctoró en Comunicación y Sociología en la Universidad de Michigan e integró a sus inquietudes una sólida formación académica. "Allá -ha señalado Beltrán- fue donde me encontré con las bases de la teorización sobre comunicación para el desarrollo".
Conoce al sociólogo del MIT Daniel Lerner, que, en 1958, había propuesto un modelo de modernización de las naciones basado en el empleo de factores de comunicación; al periodista y comunicólogo de la Universidad de Stanford Wilbur Schramm, autor en 1964 del primer tratado sobre la especialidad, y al sociólogo Everett Rogers, uno de los fundadores del 'difusionismo', la teoría de la difusión de innovaciones, que impartía docencia en la Universidad de Michigan. También conoce a Ithiel de Sola Pool, Lucien Pye, Frederick Frey y John McNelly. Everette Rogers dirigió su tesis, que fue una síntesis analítica de aquellas concepciones, bajo el título de 'Comunicación y Modernización' (1968).
En 1973 fue contratado por la UNESCO como consultor en París para cumplir dos tareas estrechamente relacionadas entre sí. Una, la de asesorar y preparar una Reunión de Expertos en Políticas de Comunicación en América Latina a realizarse en Bogotá, en 1974. Y la otra, escribir un ensayo teórico sobre la naturaleza de aquellas políticas que hasta entonces no habían sido objeto de una definición clara, texto que sería usado por la UNESCO como documento de trabajo básico en las deliberaciones de los expertos a ser invitados a dicha reunión. Es en esa ocasión cuando se enuncian y definen las Políticas Nacionales de Comunicación (PNC).
Beltrán asigna un papel determinante a los Estados en el proceso de aplicación y desarrollo de las PNC, pero siempre desde una óptica de cultura democrática que rara vez acompañaba la escena política latinoamericana. "Abogué por la democratización de la comunicación desde 1969, denunciando sobre base de investigación sistemática la situación de dominación externa y dependencia interna que la región padecía también en el campo de comunicación y contribuyendo a redefinir los conceptos de desarrollo y de comunicación".
El proyecto se encontró con una cadena de dificultades que prácticamente lo hicieron inviable. Los medios de comunicación privador dieron la espalda a la propuesta, que tampoco encontró un eco significativo en los centros de formación universitaria en Comunicación y Periodismo.
"Tan poderosa fue esa presión -señala el propio Beltrán- que no hubo gobernante alguno que se atreviera a desestimarla, la idea fue súbita y drásticamente derrotada en la oscuridad y en silencio (...) Otra razón importante para que las PNC no lograran pasar de la teoría a la realidad fue el desinterés de la sociedad civil por ella. En parte alguna de la región, que yo sepa, ninguna agrupación popular, ni siquiera las de mayor raigambre popular y mayor radicalismo - como las de estudiantes, obreros y campesinos - adoptó la propuesta pro PNC como parte de las reivindicaciones que alentaban sus luchas. Ningún partido político hizo a esa propuesta parte de su plataforma ideológica ni componente de su agenda parlamentaria o de su programa de gobierno. En mi memoria, la única institución de la sociedad civil que se identificó con la promoción de las PNC fue la Iglesia Católica".
A estos factores de debilidad democrática se unieron la crisis económica de los 70 y la crisis política que condujo a aparición de dictaduras militares, la lucha armada y la inestabilidad social.
Beltrán participó como teórico en el proceso de reflexión que condujo a la definición del llamado Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (NOMIC) de la UNESCO, impulsado por el movimiento de países no alineados en el seno de la organización, y frenado por la acción de los Estados Unidos y de organizaciones empresariales como la Sociedad Interamericana de Prensa, que condenaban las primeras propuestas de una globalización equilibrada en el mundo de la cultura y la información como intentos estatalizadores de control y restauración de mecanismos de censura, al tiempo que entronizaron un concepto de la libertad de expresión próximo al de la libertad de empresa y de mercado.

WEBGRAFÍA



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